Vamos a conocer uno de los monumentos más originales de Granada: La Cartuja de Nuestra Señora de la Asunción o La Cartuja de Granada.

Cuando llegaron los cartujos a Granada, provenientes de la Cartuja del Paular, en el municipio de Rascafría en la provincia de Madrid, a principios del siglo XVI, D. Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, les cedió dos fincas en la parte alta del Cerro de Aynadamar para que se instalaran. Los frailes, ante las dificultades de construir en la parte alta del cerro y los problemas que presentaba para su defensa, ya que estaban cerca de los moriscos del Albaycín, deciden construir en la parte baja del cerro que da mirando hacia la Vega de Granada. Esta decisión molestó al Gran Capitán que les retiró su apoyo. Esta retirada del apoyo, hizo que la construcción de la Cartuja durase tres siglos. Lo que queda en la actualidad es una pequeña parte de lo que fue el monasterio
Antes de entrar en el edificio, me parece oportuno dar unas breves indicaciones sobre la Orden Cartuja para poder comprender mejor lo que nos vamos a encontrar dentro.
La Orden Cartuja, fundada por por San Bruno en 1084, bajo la protección de San Hugo, Obispo de Grenoble. La podemos encuadrar dentro del movimiento de renovación de la Iglesia y las órdenes religiosas que surgió en el siglo XI ante el poder y la riqueza que la Iglesia había acumulado. Otras órdenes religiosas que aparecieron dentro de este movimiento de renovación fueron los Camaldulenses y los Cistercienses (muy importantes en la Historia de la Iglesia y de Occidente).
El nombre de Cartujo proviene del lugar que les señaló San Hugo para que se instalara el primer grupo de monjes con San Bruno a la cabeza: La Grande Chartreuse (Macizo montañoso cerca de Grenoble). Su lema es: «La Cruz estable mientras el mundo da vueltas». El escudo que los distingue es un círculo de cuyo centro sale una cruz que está rodeada de siete estrellas. Las estrellas representan a San Bruno y los seis compañeros que le acompañaron a visitar al Obispo San Hugo y que fueron el origen de la orden. La Orden Cartuja ha sido de las pocas órdenes religiosas que nunca ha necesitado una reforma, ya que siempre se ha mantenido fiel al espíritu con la que se creó, espíritu de sencillez, pobreza, silencio, oración y ayuno. En los monasterios cartujos nunca se come carne y solamente hacen dos comidas al día. En Adviento y Cuaresma toman una comida al día y un panecillo por cena. Los viernes ayunan a pan y agua.
La Orden Cartuja es el resultado de aunar el monacato de Oriente, basado en la vida solitaria, eremítica, con el monacato de Occidente, basado en la vida comunitaria. Por tanto, un Cartujo, tanto la rama masculina como la femenina, es un monje o monja que vive su vida en soledad, silencio, oración, estudio y ayuno, pero que tiene momentos de vida comunitaria, fundamentalmente relacionados con la oración: Laudes, misa conventual y vísperas y cuando se reúnen en la sala Capitular. Comen en sus celdas, salvo el domingo, hablan una hora el domingo, hacen un paseo semanal de cuatro horas fuera del monasterio pero sin relacionarse con nadie. No tienen radio, televisión, prensa, teléfono, ni internet. El único que recibe las noticias del exterior es el prior y si cree conveniente, por la importancia de las mismas, se las comunica a la comunidad.
Dentro de la Orden Cartuja tenemos: Padres, que son los que reciben el orden sacerdotal y cuya función es la oración y el estudio, a los que les dedican unas catorce horas diarias, y los Legos, que no se ordenan sacerdotes. Los Legos pueden ser: Conversos, que hacen votos como los Padres, y Donados, que no hacen votos a perpetuidad y que tienen que renovar su compromiso periódicamente. Los votos que hacen los cartujos son los tres normales en toda orden religiosa: pobreza, castidad y obediencia, pero, además, ellos le añaden otros dos: La conversión de costumbres (cambiar el corazón) y de permanencia en el monasterio. Para entrar en La Cartuja, se hace una selección rigurosa de los candidatos.
La vida del Cartujo gira en torno a la oración y la contemplación, por lo que se rige por las horas de rezo canónicas: Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas, Completas, además de por la misa conventual. Teniendo en cuenta las horas canónicas, un horario tipo de un cartujo sería el siguiente:
23:30 Oración en la celda
23:45 Maitines de la Virgen
0:15 Maitines y Laudes. Entre dos y tres horas. Al terminar, acostarse
6:30 Levantarse
6:45 Prima
7:15 Ángelus y oración en la celda
7:45 Misa conventual
8:45 Misas privadas de los Padres en pequeñas capillas
10:00 Tercia. Trabajo
12:00 Ángelus y Sexta
12:15 Comida. Tiempo libre
14:00 Nona. Trabajo
16:00 Vísperas de la Virgen
16:15 Vísperas en la iglesia. Oración
17:45 Cena. Tiempo libre
18:30 Oración
19:00 Ángelus. Completas
19:30 – 20:00 Acostarse.
A lo largo del día un Padre Cartujo dedicaba 14 horas a la oración y el estudio. Los Hermanos Legos, que no estaban obligados a realizar todas las oraciones, trabajan, como máximo, 7 horas. En algunos monasterios trabajaban, como máximo, cuatro horas.
Organización de un monasterio cartujo
En todo monasterio cartujo se distinguen tres partes:
Un gran patio en torno al cual se encontraban las celdas de los monjes, con un pequeño huerto cada una y acondicionadas para la vida en soledad
Un patio menor en torno al cual se encontraban las salas para el desarrollo de la vida comunitaria: Cocina, Almacén, Refectorio, Sala de Profundis, Sala Capitular de Legos, Sala Capitular de Padres e Iglesia.
Lugares de actividades ruidosas: carpintería, forja, pintura, cerámica, fabricación de licores, etc. alejadas lo máximo posible de las zonas de silencio.
Además, existía una hospedería (ocupada por los que mostraban predisposición para entrar en la orden, mientras conocían la forma de vida de los cartujos) y una casa prioral.
Conociendo un poco la vida y la organización de los Cartujos, ya podemos entrar en el Monasterio. El diseño general del monasterio se debe al Hermano Lego Fray Alonso de Ledesma. Como la construcción duró tres siglo se mezclan distintos estilos artísticos, intervienen distintos arquitectos y el proyecto primitivo sufrió cambios significativos. Aunque su construcción estaba acordada desde 1495, no se empezó hasta 1506 en la parte alta del cerro, pero por las razones expuestas al principio, los monjes deciden hacerlo en la parte baja; el Gran Capitán deja de financiar el proyecto y los monjes lo continúan en 1516, tras su muerte. Las últimas construcciones son de finales del XVIII. El proyecto entero nunca se llevó a cabo, ya que faltó construir el Noviciado
Vamos a acceder al recinto amurallado a través de una Portada, realizada en el siglo XVI, de estilo plateresco, por Juan García de Pradas, con arco de medio punto, rematada por una hornacina en la que hay una escultura de Nuestra Señora de la Asunción, titular del Monasterio, y con escudos de España en las enjutas del arco

Lo primero que encontramos es un gran patio. Estos patios que dan acceso al interior del monasterio se les llama compás.

En el patio podemos observar un típico empedrado granadino del siglo XVI. Por una escalera monumental, realizada en piedra gris de Sierra Elvira, que fue construida por Cristóbal de Vílchez en el siglo XVII, nos plantamos delante de la portada de la Iglesia y la puerta de acceso al Claustrillo.

De la Iglesia, construida entre mediados del siglo XVI y primera mitad del XVII, hablaremos más adelante; solamente deciros que la portada fue diseñada y realizada por el arquitecto Joaquín Hermoso en el siglo XVIII (1794) y en estilo Neoclásico. En la hornacina que hay rematando la portada, vemos una escultura de San Bruno, realizada por Pedro Hermoso, hermano del arquitecto.

EL CLAUSTRILLO
Después de pasar por taquilla, accedemos al Claustrillo, llamado así porque era el claustro pequeño, ya que la Cartuja tenía otro Claustro más grande en torno al cual se encontraban las celdas de los monjes. Este claustro tenía unas enormes dimensiones, ya que era un cuadrado de 53 metros de lado y poseía 76 arcos. El patio estaba poblado de palmeras, sauces, cipreses, arrayanes, entre los cuales estaban las tumbas de los monjes. Las celdas de los monjes estaban acondicionadas para desarrollar en ella la vida en soledad del cartujo. Cada celda poseía una pequeña huerta. Después de la Desamortización de 1835, en la que fueron expulsados los monjes y que supuso un duro golpe para la orden en España, el claustro grande fue derribado en 1842 y convertido en un solar. Lo último que se derribó, ya en el siglo XX, fue la casa prioral en 1943.
El Claustrillo. Este patio, construido en el siglo XVII entre las construcciones existentes, es el que organiza las dependencias que quedan actualmente del monasterio, y que eran las dependencias comunes. Este sencillo y agradable patio está rodeado por una galería de arcos de medio punto sostenidos por columnas toscanas (capitel dórico y fuste liso). Estaba decorado con una serie de cuadros relativos a la orden cartujana realizados por Vicente Carducho (1628 – 1632) y Fray Juan Sánchez Cotán (1625) Hermano lego Cartujo. Hoy, estas pinturas se encuentran en otras dependencias, fundamentalmente en el Refectorio. El patio está centrado por una fuente.



EL REFECTORIO.
La primera estancia que visitamos es el Refectorio o sala de comedor.Hay que recordar que los monjes solo comían aquí los domingos y algunas fiestas especiales, aunque siempre en silencio. El resto de los días, los legos encargados de la cocina, les llevaban la comida a sus celdas.

Fue construido entre 1531 y 1550. Tiene planta rectangular y cubierta de crucería gótica. El suelo es de baldosas típicas cartujanas. Un banco de mampostería recorre toda la estancia. A la entrada tiene un pequeño púlpito desde donde se leía durante la comida de los monjes
Hoy, el refectorio es como un pequeño museo de pintura. Haciendo referencia a la pintura tenemos que hablar de Fray Juan Sánchez Cotán (1560 – 1627). Este Hermano Lego Cartujo nació en la provincia de Toledo y, siendo ya un famoso pintor, entró en 1603 como lego cartujo, dedicando su vida a Dios y la pintura, fundamentalmente para el monasterio. Aparte de sus obras de tipo religioso, aunque también pintó algunas profanas, destacó por sus bodegones, por los que es mundialmente conocido. Bodegones muy famosos son: Bodegón de caza, hortalizas y frutas y Bodegón con cardo y zanahorias.

Preside la sala una Sagrada Cena de Sánchez Cotán caracterizada por el naturalismo, característica de la pintura barroca. El naturalismo viene expresado en los rostros de las figuras, los vestidos, la ampulosidad de las capas y en la pelea del perro y el gato por una raspa de pescado. Hay en el cuadro una serie de detalles que parecen indicarnos que el pintor quiso situar la Santa Cena en este refectorio: el suelo típico cartujano, las ventanas, que parecen incorporadas a la pared y, sobre todo, la comida. En la cena realizada por Cristo con los apóstoles, la comida era el cordero pascual, sin embargo, en este cuadro la comida que aparece está formada por pescado, pan, rábanos, queso y fruta, que era lo que los monjes comían en el monasterio, ya que los cartujos nunca comen carne.
Encima de la Cena se encuentra una cruz pintada en la pared con la técnica del trampantojo que, si no te lo indican, parece realizada en madera, tal es la maestría con la que está pintada y su perspectiva. Se dice que una paloma estuvo revoloteando para posarse sobre ella y al final cayó rendida al suelo.
El resto de los cuadros que hay en la sala los podemos clasificar en tres series. Vamos a empezar desde la cabecera.
. La primera serie la componen los tres cuadros más cercanos a la cabecera que hacen referencia al origen de la orden cartuja. Fueron pintados para estar en el Claustrillo y su autor es Fray Juan Sánchez Cotán. Esta serie se completa con otros cuadros más pequeños que se encuentran en la Sala de Profundis. La temática de dichos cuadros es el origen de la Orden Cartuja.
- El primero hace referencia a la Resurrección de Diocres, profesor y amigo de San Bruno que resucitó para anunciarle que había sido condenado por Dios. Esto es lo que motivó a San Bruno a renunciar a este mundo. El propio pintor se representa en el cuadro mirando al espectador
- El segundo es el Sueño de San Hugo. San Hugo, Obispo de Grenoble, había tenido un sueño en el que había visto siete estrellas que son las que aparecerán posteriormente en el escudo de la Orden y que hacen referencia a San Bruno y sus seis primeros discípulos.
- El tercero es San Hugo recibiendo a San Bruno y sus discípulos, que de esta manera vio cumplido su sueño de la noche anterior

La segunda serie, que también se encontraba originariamente en el Claustrillo y también pintada por Fray Juan Sánchez Cotán, hace referencia a mártires cartujos.
- Los dos primeros cuadros representan la Historia de los primeros mártires cartujos en Inglaterra: tres priores y un monje que se presentan ante el secretario de Enrique VIII, Cronwwell, para decirle que no jurarían las órdenes del rey contra el Vaticano. Los monjes son arrastrados por caballos y luego ahorcados en el patíbulo. En este cuadro, Sánchez Cotán utiliza la técnica manierista de representar varias escenas en el mismo cuadro, como ocurre, por ejemplo, en el Entierro del Conde de Orgaz de El Greco.

- Los dos siguientes cuadros hacen referencia a los Cartujos prisioneros en la Torre de Londres, cuadros en los que la luz juega un papel fundamental
- En frente de los cuadros anteriores hay tres cuadros más pequeños en los que están representados los Mártires de la Cartuja de Colonia que fue asaltada en 1573 por los herejes y masacraron a los monjes. Los monjes están agrupados de dos en dos. Cada uno aparece con el objeto con el que fue martirizado. Destaca la serenidad de los monjes

De una serie diferente son las tres obras siguientes que se encontraban en las esquinas del claustro grande desaparecido.
- El Calvario, con la Virgen y San Juan

- Ecce Homo
- Jesús camino del Calvario
SALA DE PROFUNDIS.
Esta sala, a la que podemos acceder por una puerta al final del refectorio, fue construida en 1600. Esta habitación servía de antesala del refectorio y en ella los monjes rezaban antes de entrar a comer. En otros monasterios había una fuente adosada a la pared para lavarse antes de entrar al refectorio. Se le llama de profundis porque en ella se rezaba este salmo penitencial durante los sufragios de Difuntos.
Preside la sala un retablo pintado con la técnica del trampantojo de tipo clasicista con una extraordinaria perspectiva. En el centro tiene un cuadro de San Pedro y San Pablo, una de las mejores creaciones salidas de la paleta de Sánchez Cotán. El cuadro está firmado en la hoja de la espada: Joannes Fecit

También encontramos tres cuadros de Sánchez Cotán que hacen referencia a los inicios de los Orden Cartuja, completando los que vimos en el refectorio.
- Lugar señalado por San Hugo para su instalación
- Comienzo de las obras
- Aparición de San Pedro a los discípulos para afianzarlos en la fe
Además hay otros cuadros de Sánchez Cotán: Paño de la Verónica, Crucificado y San Hugo y San Bruno de Lincoln
Como no llegó a construirse el noviciado, esta habitación y las contiguas servían de noviciado de Legos. El noviciado, en las órdenes religiosas, es una etapa de formación que prepara para la la emisión de los votos religiosos. También se le llama a la construcción en la que se encuentran los aspirantes a entrar en la orden con la adopción de los votos religiosos.
SALA CAPITULAR DE LEGOS.
Esta sala es lo más antiguo que se conserva de la Cartuja. Fue construida entre 1517 y 1519, sobre planos de Fray Alonso de Ledesma. Es de planta rectangular con bóveda de crucería apoyada sobre haces de columnillas. Al principio fue utilizada como iglesia. Se accede a ella por una puerta con arco conopial o painel, propio del final del gótico. En esta sala se reunían los Hermanos Legos para tratar los asuntos que les concernían en el monasterio.

En esta sala podemos destacar:
Las pinturas realizadas por Vicente Carducho (1576 – 1638), pintor real. Lo más importante de su obra fue la serie de 56 cuadros que realizó para la Cartuja de El Parral. Aquí realizó una serie de cuadros, de tema cartujano, para estar expuestos en el Claustrillo. Hoy se conservan en esta sala. Estos cuadros son:
- Peregrinos bebiendo de la fuente que mana de la tumba de San Bruno
- San Bruno renunciando a la mitra de Regio Calabria.
- A San Hugo se le aparece un coro de Ángeles.
- Visión del Papa Víctor III
En la cabecera se encuentra, dentro de una urna, una escultura, realizada en mármol, de San Bruno, del escultor granadino José de Mora, dentro del naturalismo que distingue al arte barroco.
En una esquina hay una puerta que daba acceso al gran claustro donde se encontraban las celdas de los monjes, claustro que fue derribado en 1842, después de la Desamortización del monasterio. En 1943 también fue derribada la casa del Prior
SALA CAPITULAR DE MONJES.
Esta sala fue construida entre 1565 y 1567 y supone el tránsito del gótico (el primer tramo de la sala con bóveda de crucería gótica) al renacimiento (segundo trama con bóveda de cañón con casetones renacentista)

Esta sala tenía un retablo en la cabecera con pinturas de Sánchez Cotán que ha desaparecido. Lo que sí encontramos son unas pinturas de Vicente Carducho (pintor italiano que trabajaba en la Corte española), que representan:
- Aparición de la Virgen a San Bruno y Martirios de Cartujos. (Los vemos en la foto de arriba)
De los Hermanos García, tres sacerdotes que pertenecían a la Colegiata de El Salvador, en el Albaycín, se encuentra un Ecce Homo realizado en barro y posteriormente policromado
Del gran escultor y pintor granadino José Risueño (1665 – 1732) se encuentra una Virgen del Rosario, preciosa imagen realizada en madera policromada. Las policromías las solía realizar él, ya que era un gran pintor, de la escuela de Alonso Cano, a través de su discípulo más significado: Juan de Sevilla

Saliendo al claustro, en la pared de la iglesia que da al mismo, encontramos cuatro capillas con pinturas de Fray Juan Sánchez Cotán que servían para celebrar la eucaristía los monjes, de manera individual y privada. Alguna de las pinturas se encuentran en la actualidad en el museo de Bellas Artes de Granada
En la pared de la iglesia hay dos puertas para entrar en ella. Por la que está más cerca de la puerta por la que hemos accedido al Claustrillo entraban los Legos, por la más alejada entraban los Padres. Al entrar comprenderemos el porqué.
LA IGLESIA

Accedemos a ella por la puerta de los legos. La iglesia empieza a construirse a mitad del siglo XVI, pero se interrumpe pronto la construcción y se vuelve a retomar en el primer tercio del siglo XVII. Se le encarga a Cristóbal de Vílchez, que fue, también, el constructor de la escalera monumental de acceso. La iglesia está terminada en 1662. Su interior es de una sola nave, realizada en cantería y cubierta con bóveda de arista. Aunque el interior está dividido en partes, la decoración es uniforme y utiliza el yeso para esculturas, hornacinas y marcos de los lienzos que encontramos en las paredes.

En una de las esquinas exteriores se encuentra la única torre que se construyó, ya que, en principio, estaban programadas cuatro. Está dividida en tres tramos:
- A los pies de la iglesia se encuentra la zona para el pueblo, separada de la zona de legos por una verja baja. Se accede por la puerta principal de la iglesia que da al patio o compás
- En la zona central se encuentra el coro de legos, separado del coro de Padres por un extraordinario cancel. Se accede a ella desde el claustrillo, por donde hemos entrado nosotros
- En la zona que da al Presbiterio se encuentra el coro de Padres. Es la zona más amplia y se accede a ella, también, desde el claustrillo y la puerta está ricamente decorada, demostrando la importancia de los que entraban por ella.
En el Coro de Legos debemos fijarnos en el extraordinario cancel que lo separa del Coro de Padres. Está concebido como dos retablos unidos por una puerta central que permite el acceso de los Legos hacia el altar. Es una construcción barroca del siglo XVIII, realizada en madera policromada. En los retablos laterales, cada uno con su altar, encontramos dos grandes obras de Fray Juan Sánchez Cotán: El Bautismo de Cristo y El Descanso en la huida a Egipto. El bodegón que se representa en este último cuadro (pan, queso y cuchillo) nos recuerda los grandes bodegones que pintó. La puerta es uno de los mejores ejemplos que existen de Taracea granadina, realizada en madera con incrustaciones de conchas, nácar, marfil, plata y distintos tipos de maderas. Nos sirve para ir abriendo boca para lo que vamos a encontrar en la Sacristía. El conjunto está rematado con una hornacina en la que se encuentra un Nazareno de Alonso de Mena (padre del gran Pedro de Mena) y un Crucificado

El Coro de Monjes , ocupa el último tramo de la iglesia.

El coro de los monjes con sillería de madera, un dosel corrido rematado con crestería, tiene forma de U. El cuerpo superior del paramento (pared) de toda la iglesia está profusamente decorado con motivos florales y geométricos, marcos de hojarasca, y hornacinas con santos realizado todo ello con yeso, lo que acentúa la luminosidad del recinto. Todo estaba preparado para ser policromado, pero la falta de recursos hizo que solamente se policromara la zona del presbiterio. Si nos fijamos en las paredes, descubrimos una serie de cuadros que fueron pintados por el granadino Pedro Atanasio Bocanegra (1638 – 1688), discípulo de Alonso Cano, en el siglo XVII (1670), siendo la temática mariana: Nacimiento, Presentación, Desposorios, Anunciación, Visitación, Inmaculada, Asunción, destacando la belleza de los rostros femeninos y detalles muy propios del realismo barroco
El Presbiterio. Separado del coro de frailes por unas gradas, tiene forma poligonal y cúpula oval. En el centro se encuentra un Baldaquino (especie de templete con cuatro columnas que sostienen una cúpula o dosel plano, destinado a cobijar el sagrario) de madera, tallado por el cordobés Francisco Hurtado Izquierdo (1669 – 1725), con incrustaciones de espejos, que cobija una imagen de la Asunción de la Virgen del escultor José de Mora.

Rematando el presbiterio encontramos dos cuadros que representan a «Los Apóstoles mirando la tumba vacía de la Virgen» y «la Asunción de la Virgen», de Atanasio Bocanegra.
En los laterales, esculpidas en yeso y enmarcadas, aparecen las figuras de San Bruno y San Juan Bautista. También se encuentran otros cuadros de Atanasio Bocanegra: Adoración de los Reyes, Adoración de los Pastores y La Virgen del Rosario, además de cuatro pequeños cuadros de Sánchez Cotán que representan la Pasión de Cristo
EL SAGRARIO O SANCTA SANCTÓRUM
Se encuentra situado detrás del presbiterio. Es, junto a la Sacristía del Monasterio, la Basílica de San Juan de Dios y el Camarín de la Virgen del Rosario, en Santo Domingo, el culmen del barroco granadino, y uno de los espacios más singulares del barroco mundial. Llama la atención que esté oculto a la vista de los fieles. Creo que la explicación es bastante sencilla. Es el espacio sagrado por excelencia y el Cartujo se encuentra con Dios en el más profundo silencio y en la más absoluta soledad, fuera de la vista de los demás. Dios y el hombre a solas.

Fue construido entre 1704 y 1720 por el gran arquitecto cordobés Francisco Hurtado Izquierdo. Es de planta cuadrada rematado por un cúpula semiesférica que se apoya sobre arcos sostenidos por dobles columnas corintias en cada uno de los extremos. La sorpresa que nos causa este espacio es el resultado de la conjunción de arquitectura, escultura, pintura y riqueza de materiales que le proporciona una gran teatralidad, muy del gusto barroco. Todo está orientado a la glorificación de la Eucaristía como fuente de la Gracia Divina y la exaltación de las virtudes cartujanas. Si no nos metemos en la mentalidad del cartujo no podemos comprender cómo una orden donde la pobreza es su seña de identidad, junto al silencio y la soledad, pudo realizar esta obra. Lo podemos resumir en: Todo para Dios, nada para mí
El espacio está centrado por un Tabernáculo de distintos tipos de mármoles, en el que destacan ocho columnas salomónicas de color negro que, con su movimiento sinuoso, nos invitan a levantar la mirada llevándonos a la cúpula presidida por la Eucaristía y la Santísima Trinidad. En el centro del Tabernáculo había una urna de plata y cristal para adorar la Sagrada Forma y que fue robada por las tropas francesas del general Sebastiani que ocuparon Granada entre 1810 y 1812. Posteriormente esta urna fue sustituida por otra de maderas preciosas. Rematando el templete hay una escultura de la Fe, realizada por José Risueño.
Para comprender este espacio, hay que saber interpretar el programa iconográfico, tanto de la pintura como de la escultura. Es tan amplio que daría para una tesis doctoral. Voy a intentar explicarlo lo más brevemente posible.
La escultura. Llama la atención que, en tan poco espacio, haya tantas esculturas. Todas tienen su sentido. Globalmente representan las virtudes cartujanas y a santos muy significativos para la Orden.
En las esquinas de la estancia, entre columnas corintias pareadas y bajo unos paños desplegados (lo que le da una gran teatralidad) por putti o ángeles desnudos, realizados por José Risueño, se encuentran las esculturas más grandes del recinto, representando cuatro santos de especial significado para los cartujos: San José, símbolo del silencio (no se recoge ni una sola palabra suya en los evangelios) y San Bruno, fundador de la orden, realizados por José de Mora. San Juan Bautista patrón de la orden (se retiró al desierto), realizado por José Risueño, y Santa María Magdalena (pecadora arrepentida y seguidora de Cristo) del escultor sevillano Pedro Duque Cornejo

Para el estudio de las esculturas que se encuentran en las esquinas del Tabernáculo y en los paramentos de las paredes que cierran la sala, he utilizado un estudio publicado por José Vallejo Prieto que se basa en una obra publicada en 1593 por Césare Ripa, titulada Iconología, que es una colección de Alegorías para representar virtudes, vicios, sentimientos y pasiones humanas. La realización de las esculturas, aunque se atribuyen a José Risueño, es discutida, ya que Gómez Moreno y Gallego Burín las atribuyen a Risueño, pero Domingo Sánchez Mesa las atribuye al taller del escultor sevillano, aunque trabajó bastante para Granada, Pedro Duque Cornejo. Sea quien sea el autor, las obras son de una altísima calidad.
Entre las ocho columnas salomónicas negras de los ángulos del tabernáculo destacan cuatro esculturas alegóricas de José Risueño que representan virtudes cartujanas: La Verdad, la Integridad, el Examen de conciencia y la Frugalidad.
Las esculturas que encontramos en las paredes de cierre del recinto, también representan virtudes cartujanas: La Obediencia, la Vigilancia, la Mansedumbre, la Paz, la Compunción y la Caridad. Para poderlas distinguir por este orden, vamos a empezar por el lado del Evangelio (si miramos desde el altar hacia los pies de la iglesia, el lado de la Epístola queda a la izquierda y el lado del Evangelio a la derecha)
- Sobre el óculo (ventana redonda que da a la capilla lateral) del lado del Evangelio, reposa una escultura de una mujer joven cuya mano derecha está aprisionada por un yugo. Representa la Alegoría de la Obediencia
- En el mismo lado hay otra imagen de una joven con un libro en la mano y, probablemente, una lámpara en la mano izquierda (símbolo de las vírgenes del evangelio). Representa la Alegoría de la Vigilancia.
- En la pared del fondo aparece una dama con un borrego en la mano izquierda, acariciándolo con la derecha. Es la Alegoría de la Mansedumbre.
- Formando pareja con la anterior, hay una joven con vestimenta militar romana, con corona de laurel y portando un báculo o vara en la mano. Es la Alegoría de la Paz
- Sobre el óculo del lado de la Epístola encontramos una figura femenina con un corazón en la mano izquierda y, en la derecha, parece que sostenía una vara o un cilicio. Es la Alegoría de la Compunción
- Por último, encontramos la imagen de un mujer adulta y descalza, con un corazón en llamas en la mano derecha. Es la Alegoría de la Caridad.
La pintura que encontramos sobre los muros, arcos y cúpula es obra del pintor cordobés Antonio Palomino, nacido en Bujalance, 1655, y muerto en Madrid, donde fue pintor de cámara de Carlos II, en 1726. Palomino está considerado el mejor pintor mural de su época. Hombre de gran cultura, parece que fue el que ideó todo el programa iconográfico del Sancta Sanctórum. Estuvo ayudado por José Risueño
La pintura, presente en toda la estancia, es de una gran complejidad simbólica, pero toda ella está orientada a enaltecer la Gracia Divina que se nos transmite a través de la Eucarístia. Para dar una pequeña información de la misma he seguido el trabajo de Sira Gadea titulado: «El Sagrario y la Sacristía de la Cartuja de Granada»
En la parte frontal del arco de entrada, lo mismo que en el intradós (parte baja) del mismo, aparecen figuras del Antiguo Testamento, pinturas que parece que fueron pintadas por Risueño, colaborador de Palomino.
En las pechinas (triángulos curvos sobre los que se apoya la cúpula) están los Apóstoles que a través de los Evangelios comunican la plenitud de la Gracia. Los cuadros de las paredes representan escenas del A. Testamento que prefiguran la Gracia divina.
En la cúpula se representa la La Jerusalem Celestial donde reina la Santísima Trinidad, rodeada de ángeles, coros celestiales, la Virgen rodeada de vírgenes mártires, profetas, San Juan Bautista, patriarcas, anacoretas, doctores de la Iglesia, fundadores de órdenes religiosas, etc. Mención especial merece la figura de San Bruno que sostiene la bola del mundo coronada por una custodia. ¿Quién le da la fuerza a San Bruno para realizar esa titánica misión? La respuesta está debajo de él: la FÉ (figura femenina con los ojos cerrados).

En los laterales se encuentran dos capillas, probablemente realizadas después de la muerte de Hurtado Izquierdo, que presentan dos óculos a través de los cuales se puede ver al Santísimo depositado en el Tabernáculo y desde las cuales los monjes podían adorarlo. Parece como si los monjes no quisieran romper el silencio del Sancta Sanctórum. En el interior de las mismas, encontramos dos esculturas de Duque Cornejo, la Magdalena y la Inmaculada Concepción, y dos cuadros de Sánchez Cotán, la Huida a Egipto y un Crucificado.
Salimos de este maravilloso recinto para dirigirnos a otro no menos extraordinario: la SACRISTÍA.
LA SACRISTÍA
Me acuerdo que, hace años, había una señora que cuidaba el monumento y cuando los que visitábamos la Cartuja íbamos a llegar a la puerta de la Sacristía, la cerraba y estando todos delante de ella, la abría de golpe para que quedáramos impresionados. ¡Conseguía lo que buscaba!
Comprendiendo que a todo el mundo no le gusta este barroco tan exaltado, podemos decir que la Sacristía es una de las grandes joyas del barroco, no sólo nacional.

Sobre su autoría hay serias dudas, ya que empezó a construirse en 1732 y hacía unos años que había muerto Francisco Hurtado Izquierdo. La opinión más extendida es que se construyó sobre planos de Hurtado Izquierdo, pero que dirigió las obras José de Bada y Navajas, arquitecto que le sucedió en obras como la Catedral de Granada y la Iglesia del Sagrario. También se piensa que pudo ser el Hermano Lego Fray José Vázquez el que controlara toda la obra. La estética del recinto es muy de Hurtado Izquierdo: Mármoles, estuco, carpintería, pinturas, que con el uso de la luz que entra por las ventanas y el óculo de la cabecera lo configuran como uno de los exponentes más destacados de la fase final del barroco español.
La Sacristía es de planta rectangular, con nave dividida en cuatro tramos desiguales cubiertos con bóveda de cañón, crucero cubierto con bóveda elíptica, y en el ábside un retablo, por lo que su apariencia es la de una verdadera iglesia. Está considerada como la mayor sacristía del mundo. La grandiosidad del recinto viene acentuada por el vacío central, la blancura y luminosidad de sus paredes y el suelo romboidal que incrementa la sensación de profundidad. La decoración con formas abstractas y geométricas en el estuco de las paredes, juega con características muy propias del barroco: la apariencia y la imaginación.

Nos podíamos preguntar ¿por qué son tan grandes las sacristías de los monasterios y conventos masculinos y las catedrales? Porque cada miembro de la comunidad o del colegio catedralicio necesita tener su sitio para las vestimentas sagradas que usa para la celebración de los oficios divinos.
El contrapunto al blanco de las paredes es el zócalo jaspeado de las canteras de Lanjarón, lo mismo que el retablo.

El jaspe es una roca sedimentaria formada por compactación, cementación o recristalización de materiales depositados en un lugar. Suele tener gran diversidad de colores combinados y, en algunos casos, de una gran simetría, Un ejemplo muy importante lo tenemos en el retablo de piedra, el cuerpo inferior, de la Basílica de las Angustias.
El retablo, como ya hemos dicho, es de jaspe de las canteras de Lanjarón. Está dividido en dos cuerpos (divisiones horizontales) y tres calles (divisiones verticales) separadas por columnas. En la calle central encontramos dos esculturas; en el cuerpo inferior una escultura de San Bruno, copia de la que se conserva en la Real Academia de San Fernando de Madrid del escultor Manuel Pereyra. En el cuerpo superior encontramos una Inmaculada.
Un elemento fundamental en la Sacristía es la carpintería. El mobiliario, compuesto por cajoneras, alacenas y la puerta de entrada, es un extraordinario trabajo de taracea cartujana realiza por el lego Fray José Manuel Vázquez en la que mezcla ébano, palo santo, concha, marfil y plata.

Las pinturas se deben, en su mayor parte, al lego Fray Francisco Morales, discípulo de Antonio Palomino, el que pintó el Sancta Sanctórum, y constan de seis escenas de la Vida de Cristo, dos cuadros de Santas Cartujanas y un cuadro de San Bruno. También vemos dos cobres, uno de Atanasio Bocanegra que representa el Cristo de la Expiración y el otro de Fray Juan Sánchez Cotán representando a la Inmaculada.
Los frescos de la bóveda, pintados por por Tomás Ferrer, representan a santos y escenas relacionadas con la Orden Cartuja: San Juan Bautista, San Bruno y junto a él otras figuras.
He dejado para el final una pequeña escultura que se encuentra en una hornacina a la derecha del altar, que representa a San Bruno, realizada por José de Mora (1642 – 1724). Está considerada una obra maestra. Este escultor, originario de Baza, se formó en el taller de su padre Bernardo de Mora, y también recibió influencias de dos de los grandes artistas del barroco español: Pedro de Mena y Alonso Cano.

Con esto, terminamos nuestra visita a este lugar extraordinario por la piedad que se vivió en él y por su arte. La pena es que muchos de los que visitan esta ciudad, incluso los propios granadinos, no conocen este lugar. Potenciamos mucho los centros de las ciudades y dejamos de lado aquello que nos resulta más periférico. Como diría un castizo: «ellos se lo pierden«.
Solamente os pido que me perdonéis si he sido un poco pesado. ¡Vale la pena serlo!